Tu y tu libertad

¿Escalaste alguna vez una montaña y contemplaste el panorama desde su cumbre?
Alguna vez sentiste esa emoción desbordante, como si la naturaleza te hubiera transformado...cuando el pecho parece incapaz de contener el gozo y se dilata...
¡Exultante!...!Como uniéndote en un abrazo infinito con toda la vida!
¡Esa experiencia indescriptible de paz, seguridad, libertad y grandeza!
Hay momentos en que el hombre parece escapar de sus límites y tocas las riberas de lo sublime.
De lo eterno o de lo sagrado. Dios ha creado al hombre a su imágen y semejanza. Así somos de grandes. Por eso nos ha creado libres. Y no determinados e irresponsables como la piedra, el vegetal o el animal. Es nuestra grandeza. ¡Por eso la defendemos tanto! Y también nuestro drama. ¡Por eso la negamos en otras ocasiones! Sí. Es nuestro drama porque la verdadera libertad es una conquista y requiere esfuerzo.
La libertad implica siempre una elección, y toda elección siempre una afirmación, una renuncia y un compromiso. Te afirma, porque cuando eliges defines lo que quieres. Y entonces, sabes mejor quién eres. Te hacés más sólido y crecés como persona.
Pero, definís poniendo un "límite": es esto y no lo otro. Renunciás a lo otro para querer y elegir ésto. Y no hay alternativa: ¡No se puede elegir sin renunciar a algo! No se puede tener y ser todo a la vez.
Y te "comprometés", porque ponés el peso de tu elección y dejás de estar "disponible" para todo.
¡Ahora estás aquí y para esto!
Una libertad que solo buscara "ser libre", no tener compromisos, sería como un amor enamorado del amor...pero que no es capaz de amar a nadie concreto.
Siempre la libertad es un compromiso y por eso es un gesto fundamental de la dignidad. Estamos llamados a ser libres y acá es donde más se juega tu personalidad.
Si lográs ser distinto y vivir integrado será porque acertaste en el camino de la libertad. Por que si solo te conformás con ACOMODARTE Y AMOLDARTE, con no discrepar nunca con nadie, con pensar como el que tenés de turno a tu lado, sin más ni menos y sin ningún esfuerzo de tu parte...te sentirás mal y no tendrás la alegría de ser libre.
Y si por lo contrario te preocupás y te conformás solo de ser "diferente", de vivir tu vida al margen de toda la gente que te rodea, al margen de tu padres y de la sociedad, en una actitud permanente de protesta...tampoco serás libre.
¿Te convence la explicación de un chico de 16 años que mató a su amigo jugando a la ruleta rusa y que lo justifica deciendo que eran libres de jugar como quisiesen?...
Muchas veces confundimos el concepto de libertad. ¿Te gustaría ser un tomate o un tigre?
El tigre no es responsable si mata a una persona. El tomate tampoco si la intoxica. Nunca.
¡Nadie les entablaría una demanda judicial" Pero a una persona humana sí, porque somos responsables.
Por eso al tigre y al tomate los sometemos a nuestras decisiones. En definitiva, son cosas...¡No son capaces de conocer lo verdadero, lo bueno, lo justo, lo bello..."
El hombre es capaz de conocer aquéllo. Y ahí está su libertad: en elegir lo que cree conveniente para sí mismo.
El tomar el concepto de ser libre como una acción que tomo "porque tengo ganas o es cómoda" lleva al mal uso de la vida en la sociedad.
¡Cuesta ser libre! La verdadera libertad es una conquista! Porque es una conquista ir conociendo lo verdadero, lo justo, lo bello, lo bueno...y quererlo siempre.
Es una conquista interior ir venciendo la inclinación al placer desmedido o al egocentrismo.
Es una conquista aprender a "ser uno mismo" pero "con los demás".
Es una conquista aprender a conocer y respetar nuestros propios deseos, pero integrándolos en el sentido total de la vida y de la convivencia.
Sí, la libertad, esa que nos hace seres e imágen de Dios, es una conquista. Nuestra grandeza no se regala, se conquista.
La experiencia de la montaña se goza arriba. Cuando se sube.
Serás libre, serás un hombre verdaderamente, si aprendés a "ser distinto" y "a vivir integrado"